Mal dia para buscar

6 de abril de 2024

El perdón moderno

En cierta ocasión escribí, de manera pública: "yo no pedí perdón jamás por ser euskaldun y no creo que deba de pedir perdón ahora por ser hombre". Como es de esperar, no hice amigos, mucho menos "lagunak" y ninguna amiga.Probablemente es porque la visceralidad lo puede todo, resultando mucho más sencillo pensar que todos los euskaldunes matábamos a gente por pensar de forma incorrecta y que todos los hombres son, en esencia y como asegura cierta ex secretaria de estado, violadores.

Hoy contaba en la radio un buen actor de 58 años que se sentía en la obligación de disculparse, como hombre, por todo lo que han hecho históricamente a las mujeres. Aunque fuera la cadena Ser yo sigo pensando que uno ha de disculparse de lo que sea directamente responsable pero no está bien que yo tenga que sufrir un castigo porque mi bisabuelo hubiera sido muy malo con mi bisabuela. Hay  quien considera que la disculpa implica resarcimiento y, casualmente, al final de la cuota o de la prevenda suele estar el/la victima. A veces ni siquiera la víctima sino sus herederos. En EEUU se plantearon pagos a las personas de color porque fueron esclavos hace cien de años. Claro está que si te dicen que por indignarte te dan un dinerito vas a convertirte en la persona más racializada del país. Es exactamente lo mismo que jurar que eres mujer porque de esa forma es más facil ascender en tu profesión de bombero/a.

No es extraño llegar a la conclusión que si una empresa ha de contratar a un equipo que diseñe puentes debería de buscar el mejor puente posible. Pero en ese equipo, por lo políticamente correcto, habrá de haber alguna mujer, algún negro, tres árabes, dos gays, uno que hable euskera, otro minusválido y ya, si eso, una arquitecto y un ingeniero. Llámame loco pero con quien te acuestas, el Dios al que reces, tu cojera o si tu tatarabuelo vino en barco, me la debería de pelar. Y no es así porque los defensores de la moral no pagan las obras ni, como demasiados políticos, han pensado veinte segundos que es mejor hacer las cosas bien que hacerlas inclusivas. El puente quiero cruzarlo, no me lo voy a tirar. A ver si voy a tener que pedir perdon por haber estado demasiados años en la escuela de ingenieros mientras tú tocabas la guitarra en una comuna hippy transexual.

Ojo, que si haces un trabajo perfecto, para mi como si te metes fentanilo por el culo los martes disfrazado de gato.

Pero lo que no se puede exigir y mucho menos considerar como adecuado es que si hoy me levanté con muchas ganas de ser futbolista le quiten el puesto a uno que lleva años entrenando, me lo den a mi que soy tuerto, y además me pidan perdón porque su vecino no me pasaba el balón en el recreo por esa histórica discriminación que hemos tenido los tuertos de la malvada gente con dos ojos hábiles.

Existe un discurso, miserable, mediocre e indigno, en el que demasiadas personas han de pedir perdón. Unos por esforzarse, otros por ser mejores, algunos por ser más listos o más cultos e incluso, lo que es profundamente malévolo, haber nacido. Exigirme pedir perdón por ser hombre, heterosexual y blanco es señalarme. No se diferencia mucho de señalarme por ser mujer, negro o marica. Solamente cambian los señalamientos pero el resultado es idéntico. Alguien descubrió que ser víctima en países desarrollados es mucho más rentable que el esfuerzo, sobre todo con estructuras públicas con dinero de otros que se empeñan en quedar bien más que en hacer mejor las cosas.

-Te llamas Toby

-Me llamo Kunta Kinte.

Pedir perdón por algo de lo que no eres culpable es ser un cobarde y un miserable.

No voy a pedir perdón por mi raza, mi sexo, el idioma en el que me comunico, los libros que haya leído o si una vez me tomé una cerveza con alguien malvado. Solo seré culpable y responsable de mis delitos. Hay un riesgo de convertirnos, no dentro de mucho tiempo, en las nuevas señoras Parks de la lógica social en la que, como decía Luther King, todos seamos iguales y se nos juzgue por lo que somos capaces y no por nuestros componentes accesorios.

Cuando a José Ramón le atracaron a punta de navaja un grupo de sudamericanos cerca de la plaza Callao, le dijeron que lo hacían porque Hernan Cortés se acostó con una indígena. Asi que le exigieron arrodillarse y pedir perdón. No lo hizo y le acuchillaron. Es una metáfora que sucede cada día. Haber pedido perdón, José Ramón, te hubiesen robado igual pero estarías vivo.

Beth y el amor.

 


¿Querría estar al lado de Beth Hart y tomarme una cerveza a su lado mientras la miro con la distancia que da la proximidad y ponerme en esa posición de "aprenderlo todo" que cada dia me satisface más?. Definitivamente sí.

¿Deseo que esté a mi lado un martes por la mañana mientras busco una camisa poco arrugada que ponerme para ir al trabajo?. No.

Es, y no la conozco pero me gusta fantasearle en ese sentido, una de esas mujeres que nacen y que viven con la necesidad de ser admiradas. Eso, cuando alguien se sitúa en un pedestal frete a ti , no es una posición de iguales. Habrá quien disfrute de ello, quien quiera señalar al escenario y jurar que esa persona se acurruca a su lado las noches que duerme en esa ciudad, pero no creo que sea alguien que se tumbe en el sofá y se quede dormida contigo con la sensación de paz que da despertarse y encontrar serenidad a tu lado.

Cada uno tiene sus debilidades. Si algo aprendí con los años es que cambian con el tiempo. De adolescente te gusta lo explosivo y, probablemente, a todos nos gustaba la misma chica de clase. Podría ser por inaccesible o porque hay quien nace con una banda de miss. Son los años voluptuosos y esos en los que Danny Zuko tenía que estar con Sandy Olson, aunque en silencio te gustara Rizzo. Hay que reconocer que queremos pensar, porque todavia nos faltan las cicatrices, que merecemos máximos aunque seamos gordos, feos y nos tenga poseído el acné.

Más tarde queremos una compañera de aventura. Hubo una chica que durante algún tiempo fue con quien conducía de noche y con quien despertaba en hoteles que debía de identificar entre la resaca. Sin embargo la vida me hizo convertirme en la parte de trabajador aburrido y obsesivo que soy y ella conoció a alguien. -Se va a ir de autostop por Europa- me puso como excusa de lo que volvía loca de aquel. He de reconocer que su tiempo de aventurera estaba vivo y el mío tenia una línea de crédito con el Banco Santander.

Después, con moratones de las cosas que te suceden, supongo que vamos buscando quien nos rellena y nos suple las partes que vamos notando carentes. Cuando Padre, con su aura autoritaria y tutela infinita ya no estaba, yo perdía la razón con cualquier mujer enérgica, organizada y resolutiva. Obviamente, y de la misma forma que una aventura necesita un aventurero, alguien que gusta de mandar necesita un siervo. Conozco a quien le apasiona hacer descubrir discos y películas a otras personas pero cuando ya le ha puesto toda la discografía y las temporadas completas, se le acaba el amor. Conozco a quien necesita que le afirmen que es guapa y lista pero que no se quieran mudar a su casa. Todos tenemos necesidades y a veces, que es cuando sucede la magia, encajan con las necesidades del otro lado.

Yo me enfrenté a mi mismo y quise ser un remanso de calma y tú necesitabas esa calma, así que nos veíamos cada vez que tu vida parecía que iba a desordenarse.

Hay un día en el que aprendes a identificar los vacíos. Son esos instantes en los que sabes que algo que falta y cuando investigas en el silencio eres capaz de verla, como un holograma, simplemente siendo. Y aunque un poderoso síndrome del impostor te impida confesarlo, aunque el miedo infinito a las negativas te haga dar al botón del siguiente capítulo en vez de su número, lo puedes afirmar si fueses capaz de confesarlo. Se pierde valor a cometer errores de manera proporcional a los dolores en las articulaciones. Una mañana, tras dos dias en un hospital, te ves viejo, huraño, ruidoso, eremita en tu cueva sin ser un referente, un aventurero, un siervo o un tipo de fiar. Alrededor cientos de personas divorciadas juran que son mucho más felices ahora y que volvieron, no a repetir errores, sino a acertar y yo siempre pensé, por mentalidad científica, que la solución es una. O no di con ella, o di demasiadas veces o la sé pero tengo el mismo miedo de un jugador de concurso televisivo eligiendo entre varias opciones de respuesta. Pero todo eso ya son mis fantasmas y algo parecido a lo que le lleva a un deportista a dejar de competir porque ya no le responde el cuerpo de la misma forma, negándose a admitirlo como un niño enfurruñado.

Supongo que crecemos sin darnos cuenta y que los cambios, como las calidades de las fotos comparadas entre la infancia y anteayer, son obvios pero intangibles en el transcurso de los días. 

El caso es que aunque quiera ser Beth Hart, muchas veces, metido entre el público preguntando si Am I the One, no le haría pimientos asados. Es una diosa, una diva, la mejor voz desde Joplin, pero ya he aprendido que es, también, un tipo de mujer que no es para mi.

Hace tiempo que ansío convertirme en alguien mejor y perder el miedo a la burocracia sin olvidar las siestas. Será otro episodio en las cuestiones de edad.


27 de marzo de 2024

Supersubmarina

 En 2008 un grupo de adolescentes grabaron una maqueta que sonaba asi:


En 2009 salieron por la tele versioneando "Chas y aparezco a tu lado", en 2010 sacaron su primer disco , en 2011 otro. A primeros del 2012 ya tenían el tercero. En 2014, casi siendo cabezas de cartel y como aquellos que capitaneaban el sonido que luego cogieron prestado desde Second, Viva Suecia, un poco de Vetusta, Miss Cafeina, Dorian o ultimamente Arde Bogotá, sacaron lo que llamaron Viento de Cara y que era un disco más. Llevaban un pop fácil, elegante, bien cantado y con tintes enérgicos que se te pega con la ventanilla del coche abierta y te dan ganas de repetirlo.


Volaron de gira en gira.

El 14 de agosto de 2016, en una carretera sin nombre, todos los componentes acabaron en el hospital. Graves y con secuelas, el grupo quedó en el olvido. Iban a ser los Kaiser Chiefs, los 1975, los Killers...y fueron los de las dudas infinitas.

Ahora publican un libro sobre su historia y, supongo, la enseñanza de cómo un dia, a una hora indeterminada, sin merecerlo y sin verlo venir, todo cambia de golpe. Puta Vida se llama una de sus canciones.

Y aquella maqueta, en directo, sonó así en 2015.


Me pasa con ellos como con Buenas Noches Rose, que les veo en los grupos que vinieron detrás.

Segunda acepción de Timorato.

La RAE dice, en su segunda acepción que timorato es, dicho de una persona, "que se escandaliza con exageración de cosas que no le parecen conformes a la moral convencional".

El truco, para el que todavía no se haya dado cuenta, es cambiar el concepto de "moral convencional" y, en ese caso, la exageración o el escándalo podrían llegar a estar justificados bajo unos parámetros cuantificables. Voy a poner un ejemplo inconveniente: el Real Madrid, equipo de balompié, dispone entre sus filas de un jugador brillante, peleón, polémico y que no evade la gesticulación o el confrontamiento con sus rivales y la hinchada contraria a lo largo del periodo de juego. Por eso, y porque mete goles, no es un deportista apreciado por el contrario. Así que casi como el efecto Streisand, se busca la manera de desestabilizarlo y todos se dieron cuenta que si se hacía referencia a su color de piel, se enfada. Como hay que enfadarlo, le llaman "negro" de una manera tremendamente despectiva casi de la misma manera que yo he hecho miles de chistes con la nariz de la Streisand. ¿Es negro?. Si. ¿Su color le ha impedido de alguna manera llegar a lucir, en los mejores equipos del mundo, un reloj de más de lo que tú y yo ganamos en tres años mientras llora por el racismo intrínseco de una sociedad con una moral desviada?. Yo creo que no. Basándonos en la definición de la Rae, ¿es timorato?. Podría ser. Cuando yo jugaba al baloncesto me contó, un entrenador que tuve, que algunas estrategias para ganar partidos pasaban por desconcentrar al contrario. Si el mejor jugador del equipo contrario tenía una hija llamada Mari Carmen, sacabas a un jugador prescindible y le ponías a defenderle. Entonces te acercabas al otro y le decías, con voz de pederasta vicioso, lo mucho que te gustaría tirarte a Mari Carmen el martes. Así que le enfadabas, te metía un puñetazo en la cara, le descalificaban y el equipo contrario se quedaba sin los veinte puntos que iba a meter el otro. Son técnicas, éticas o no, de juego y tu, como defensor, no  has tenido en tu vida excitación con una menor pero has ganado un partido. Pregúntale a Zidane qué le llevó a dar un cabezazo a Materazzi en la prórroga de un mundial.

Así que la moral se retuerce a conveniencia y, por supuesto, se convalida el llamar negro a alguien mientras se le azota con un látigo para que recoja más algodón, impidiéndole avanzar en su vida porque será un esclavo para siempre, con llamar negro a alguien para que no te meta un gol. El acto, en realidad, es el mismo ( llamar algo a alguien) pero no podemos evitar que el escenario y la motivación son bastante diferentes. ¿Cual es el problema?. Que si osas a decir que no podemos comparar el tráfico de esclavos con los insultos desde una grada pasas a ser un racista. También es cierto que a los jugadores del Athletic Club de Bilbao les han llamado etarras durante cuarenta años desde las gradas pensando, en el mismo tipo de cerebro de un hoolligan abotargado por la competición deportiva de otros, que de esa forma se despistan. Es lo mismo que hacer gestos en la grada cuando se va a tirar un tiro libre. Si en un deporte multitudinario no te dejan gritar, insultar al árbitro, al contrario o a la afición rival, se convierte en tenis.

Salvando las distancias y considerando que las actividades públicas son un reflejo de nuestra sociedad podemos hacer el mismo paralelismo con otros momentos en los que, posesos de la moral que me conviene, me convierto en el timorato de turno. Así que intento hacerme, a mi mismo, como un referente de la defensa de una posición digna contra un enemigo infame. Soy el defensor del nacionalismo regional contra Franco ( aunque esté muerto hace 40 años), soy la diana y representante de la mujer en un mundo en el que me insultan por mi sexo y no por mi inutilidad laboral o simplemente porque, de esa forma, mis enemigos me desestabilizan.  Cuando asumo como cierto que vivo en dictadura, en el patriarcado, en una régimen bolivariano o en un sistema que me castiga por ser blanco y heterosexual, ya tengo ganado el camino para escandalizarme y considerarme el capitán timorato del barco de la moralidad. Además, lógicamente, necesito que de una forma u otra todo siga siendo más racista, machista, antiecologista, fascista o algun que otro ista para poder sobrevivir en mi mensaje. Se nos olvida, muchas veces, que el alimento de las víctimas, cuanto más impostoras más, es el propio conflicto. Cuando Eta dejó de matar apareció, cabizbajo, un guardaespaldas gallego que protegía a uno de mis clientes. "!Que me quedo sin comer!"- me dijo sabiendo que tendría que empezar su vida de cero en otro lugar. También es verdad que jamás había tenido que hacer verdaderamente su trabajo porque era un amenazado de tercera división y vivía bastante bien acompañando a su protegido a tomar vinos por las tardes. Defender el racismo, el feminismo, el terrorismo, el nacionalismo o la gordofobia en un pais como el nuestro, afortunadamente y a día de hoy, es un trabajo cómodo y rentable que se te da bastante mejor si eres un timorato. En su segunda acepción.

La solución pasa por dejar de dar por saco con las diferencias.

Las luchas habrán de ser en su lugar dramático de acción pero luchar contra el hambre y la pobreza en Valdemorillo es mucho más fácil que hacerlo en Kenia, pero seguro que hay estadísticas que hablan de lo hambrientos que están los niños de ese lugar de la comunidad de Madrid, que es una comunidad de fachas en un país dirigido por un megalómano dictador apoyado por terroristas independentistas que, sustentados en el patriarcado, ejercen el racismo porque llaman "negro" a un delantero para ver si, de esa forma, no les mete un gol.

Pd: recuerda que cuando ese partido que se llamaba "podemos" presentó a su candidata a la comunidad valenciana como "mujer, sorda y lesbiana" y no les votó ni su primo, aseguraron que era porque eran votantes machistas, homofobos y normalistas. Obviamente por eso había que crear observatorios para luchar contra la obviamente demostrada lacra social. Hay quien, por hacerte un estudio de género de las pasarelas de la playa, te cobra. Hay que comer de algo.

20 de marzo de 2024

2024, el año en que la música ya no cambia nada.

Uno de los más maravillosos fenómenos de los últimos 100 años ha residido en la música. No quiere decir que la pintura, la escultura o sobre todo la literatura no tengan su importancia primordial pero es la música, y sobre todo con las cada vez más facilidades sobre su consumo, la que ha dejado una impronta en muchos de los fenómenos que nuestra sociedad ha vivido. 

Desde el charleston, los felices años 20, el paso maravilloso de la música de la iglesia hasta James Brown, el rock y su estética, los fenómenos de masas y la simbiosis entre reivindicarse y los sonidos son cosas que han marcado, diferenciado y estigmatizado a generaciones. Todos, absolutamente todos, llevamos ligada una banda sonora a nuestras vidas. Una relación no lo es, al menos en el sentido romántico de la palabra, si no hay sonidos o canciones marcadas que te llevan a los momentos con esa persona.

Hace unos años se publicó un documental, titulado en España: "1971, el año en que la música lo cambió todo" que dice perfectamente lo que me gustaría contar.


Básicamente una generación con un talento fuera de lo común (mención especial a Bowie) descubrió lo poderosa que era su capacidad de cambiar la manera de ver el mundo de todos los demás y cómo lo consiguieron desde un sitio que, hasta entonces, había sido considerado como una mera distracción.

No fue la única vez.

Nosotros, y me refiero al espectro patrio, tuvimos nuestro despertar musical como respuesta al sueño eterno del dictador. Curiosamente hicimos nuestra la diferente manera de entender la realidad que tienen los climas. Mientras en Madrid la alegria, la felicidad, las drogas, el amor libre y el pop se movían en una tremenda amalgama, en el norte el rock radikal y los sonidos bastante más rudos eran las tendencias. En algunos documentales explican que los chicos de la capital viajaban a Londres y se traían los discos de los Smiths mientras que los del norte escuchaban los discos que llevaban consigo los últimos marineros que atracaban en sus puertos. Estábamos mucho más cerca de los paisajes derrumbados del reino unido decadentemente industrial como estaban en Madrid de los chavales descorazonados pero con ropa moderna que se sentaban en Kensington Park. Quizá por eso estábamos más unidos, espiritualmente, a los hijos de los mineros despedidos por Thacher que a cualquier desengaño amoroso que deseara que a la novia la atropellase un autobus de dos pisos. Eso no quita a que hubiera punks en Cordoba y un ejército de gente moñas en Donosti, pero no era la línea habitual. ( Salvo lo de Donosti, que es a Bilbao lo que Coruña es a Vigo).

El caso es que viniendo de años dominados por Julio Iglesias, Dyango y Pablo Abraira, nos encontramos de golpe con Burning ( que fueron los primeros), Eskorbuto, Kaka de Luxe, Siniestro Total, Los Nikis, Polanski y el Ardor, Parálisis permanente, Los secretos, Antonio Vega tocando la guitarra eléctrica o Peor Imposible, que es ese grupo donde ninguno de sus componentes sabían tocar algún instrumento. De alguna forma nos subimos al carro de la música mundial y vivimos ese final de los 70 y casi todos los 80 dudando entre la reivindicación, el desamor y las rimas tontas como si hubiéramos descubierto algo nuevo. Disponíamos, debido a la ausencia de una globalización real, de nuestro espejo a cualquier grupo o influencia anglosajona. Si ellos tenían a Madness, nosotros a los Toreros Muertos. Si existía Motley Crue, nosotros teníamos a Leño y a Barón Rojo. Más tarde, mucho más tarde, los últimos discos de Los Piratas querían ser Radiohead.

Pero volvamos a la eclosión del punk de finales de los 70. Una juventud conocedora de su potencial descubre que la lucha contra el sistema es desigual y que toda esa progresión geométrica de comodidades que han vivido sus padres no la van a tener. (Basicamente porque sus padres han empezado desde cero). Y se quejan contra el sistema, contra el gobierno y contra todo. También es verdad que la solución del punk era sentarse en un parque con los perros a esperar. Esperar no sé qué, pero esperar. Y tocar la flauta porque la guitarra ya se la habían apropiado los hippys. Afortunada o desafortunadamente la heroína echó por tierra esa manera de vivir velozmente. El punk fue una generación que vivió muy rápido todo aunque es mejor morir rápidamente que consumido por los agujeros que, como un gruyere, te deja la marihuana en el cerebro. 

Y después, adormecidos por el pop y aburridos por las remezclas, carentes de la capacidad identitaria más allá de lo publicitario, aparece el grunge que es un quejido de autocompasión. Estoy triste, me siento un mierda, me ha dejado la novia, me encierro en mi cuarto, me castigo porque no me siento parte de este mundo y me martirizo lúgubremente intentando asumir que me convertiré en un aburrido padre de familia con adosado. Curiosamente en esos tiempos ya no es tan fácil diferenciar la procedencia de las bandas, excepto por el sonido Manchester . Usa se unió por África pero no dejaron de morirse niños, aunque nos quedó un concierto chulísimo y un documental ( recomendable

En medio de esa rendición global es cuando, mamando del rap, de los beastie boys, del grunge, de los últimos coletazos del punk y de haber oido cien discos funk, dan un puñetazo en la mesa Rage Against the Machine. Recuerdan, a una juventud atontada, que les han dejado de lado en la recuperación económica de finales de los 80. Son virtuosos (como otros muchos, ya que aqui no hablamos de calidades sino de cualidades, porque obviamente Michael, Prince, muchos british, abundantes irlandeses y bastantes bandas de rock americano son muy brillantes) pero el mensaje vuelve a remover conciencias. En 1997 molotov hacía su Gimme The Power. Estamos en 1999. En 2002, el 9% de la población mundial ya navegaba por Internet.


Lo que internet consigue, sobre todo a los nativos digitales, es permitirles volver a cualquier momento de la historia en un segundo. Es bastante probable que más de uno, abducido por la grandiosidad de Maceo Parker, la perfección de Pink Floyd o la energía del welcome to the jungle, llegara a la conclusión de que intentar parecerse era una quimera. Otra de las "virtudes" de esta época es que nadie escucha un disco completo. Mi sobrina es capaz de desechar una canción en menos de tres segundos. Dicen que los éxitos de los 80 llegaban al estribillo en un minuto y que ahora lo tienen que poner en los primeros veinte segundos porque los oyentes no llegan hasta ahí. Dificilmente es posible que algo a lo que no se le presta atención pueda volver a ser un revulsivo social.

Por supuesto que hay grandísimos músicos y tener la posibilidad de oirlo casi todo hace que aquellos que ahora componen lleven, en sus entrañas, restos del mejor blues, funk, rock, pop y heavy que se han dado las últimas décadas. Llegar, buceando entre millones de registros a mi alcance, a composiciones espectaculares no es complejo pero todas me recuerdan a algo que ya escuché antes. Y si soy capaz de eliminar las cualidades musicales de las composiciones y me fijo en algún mensaje de esa hornada de jóvenes en chándal con voces enlatadas, tampoco soy capaz de encontrar nada (o casi nada) que pueda cambiar el mundo. Son mucho mas disruptores los Rolling en la nueva última gira, a sus 80 años, que un grupo de enjoyados adolescentes con capucha y autotune de masas. Quizá por eso, y porque la autocensura de lo correcto está marcada a fuego en las mentes, creo que los tiempos en los que la música era capaz de cambiar el mundo, terminaron.

Estamos en 2024, el año en que la música no puede cambiar nada. No lo espero, pero eso me temo.

19 de marzo de 2024

Las epopeyas ridículas.

- Yo soy una persona de izquierdas. Vivo en un compromiso por la salvaguarda del planeta y los derechos de las personas menos afortunadas a las que considero que es de rigor ayudar para la integración en una sociedad justa donde hay sitio para todos. Los niños, las mujeres y las personas inmigrantes han de ser tenidas en cuenta para la consecución de un mundo más justo.

- Vale. pues vamos a poner un centro de acogida de menores inmigrantes enfrente de tu casa.

- Los cojones. A mi no me pones a cien delincuentes delante.

Esto mismo ha pasado en Sopuerta, en Vizcaya, donde un progresista gobierno de Bildu vacila entre su disposición moral y lo que le piden sus votantes. Es un buen ejemplo entre la bondad verbal y la realidad de los hechos. Al final en vez de 130 menores, habrá 30. 

Es inimaginable la cantidad de personas que consideran que hay que trabajar menos horas pero no comprenden como están cerradas algunas tiendas los domingos por la tarde cuando les entran ganas de comprarse una camiseta o un buñuelo.

En España, que como buen pais mediterráneo pasamos más tiempo viendo la forma de sacar provecho de las normas que cumpliéndolas de una manera honesta, disponemos de ejemplos inquietantes. El último reside en que si alguien se identifica, porque lo dice él, perteneciente al grupo LGTBQ+, será prioritario en la búsqueda de empleo para nuestro más que bondadoso ministerio de trabajo. Así que no sería extraño que Roberto, barbudo tatuado con instrucción militar y dos hijos, jure que es mujer lesbiana porque de esa forma sus posibilidades de un trabajo mejor se amplíen. Obviamente hace el mismo favor a las personas trans que las mujeres a las que maltratan cuando hay otras que dicen que las pegan (y no es verdad)  porque de esa forma consiguen un mejor divorcio. En todos esos casos, al igual que respecto de los menores que vienen de otras latitudes sin nada y se esfuerzan pero se ven tapados por delincuentes, nos aparecen las suspicacias.

Sin embargo nos encanta, a los occidentales medios, sentirnos bien. Nos gusta mantener ese rictus de superioridad en los semáforos, sentados en nuestro coche eléctrico, asegurando que protegemos el ártico sin querer hablar de lo que supone la fabricación de nuestras baterías y lo que pasará con ellas cuando en vez de un Suv se ponga de moda un coupé. Seguro que tampoco queremos una mina de cobalto cerca de casa o una central nuclear a tiro de piedra, pero nos quejamos por el precio de la luz.

El otro día leí que la derecha no sabe explicar lo que hace y la izquierda no sabe hacer lo que dice. Lo cierto es que, en la posición publicitaria de la ideología, es mucho más molón ser de izquierdas porque , de la misma manera que es mucho más romántico ir con el débil, a todos nos gustan las epopeyas y las películas en las que ganan los buenos. Claro que solamente si los buenos somos nosotros. Y como no nos han enseñado a gestionar las frustraciones o a sacrificar el discurso porque la verdad se impone, intentamos mantenerlo aunque sea de una forma ridícula: que se acaben las guerras, la paz en el mundo, la ecología en tu casa calentita, cultura gratuíta y centros de menores lejos de casa.


Pd extra bonus track: Destroza la sede del Psoe ( en Almendralejo, Badajoz) , dice que lo ha hecho por la independencia de Cataluña y solicita entrar en la ley de amnistía

Pd2: la taberna honesta para el pueblo, donde van los de Bildu cuando van a Madrid, pagada por Pablemos, usa fotos falsas para su promoción en web.

16 de marzo de 2024

Matchmaking

Los algoritmos tienen su gracia. Algunos, si no la mayoría, se piensan con criterios obvios pero no públicos. Quizá por eso a muchos les gusta hablar de los intereses ocultos de las grandes confabulaciones que hay detrás de la tecnología que nos rodea. El matchmaking es uno de ellos.

Básicamente, si nos vamos a la elección que la máquina hace para escoger un contrincante para ti, consiste en seleccionar aquel que regule el nivel de dificultad pero no te quite las ganas de seguir jugando. El algoritmo elegirá a alguien a quien no te resulte facilísimo o imposible ganar porque sabe, de ambos, vuestras capacidades y os ha catalogado previamente en uno u otro saco. Obviamente, y casi como el vida real, si te has hecho el tonto muchas veces ganarás con facilidad y si vas de listo te darán más bofetadas que las que recibió Jorge Maromero Paez al final de su carrera. Lo que no hace es ponerte a competir con los mejores porque se te van a quitar las ganas y vas a dejar de jugar.

Cuando era un niño, aproximadamente con doce o catorce años, me gustaba el tenis. Tenía la percepción, probablemente equivocada, de haber superado el nivel de mis amigos y cogi mi bicicleta junto con las raquetas de mi funda completa de Donnay para localizar contrincante en alguna otra pista. Encontré a un caballero, bastante mayor que yo entonces, con un buen drive, y le propuse jugar un partido el dia siguiente. Allí me presenté dispuesto a dar lo mejor de mi y me metió un 6-1 , 6-0 como un puñetazo en las costillas. A partir de ahí me dediqué al baloncesto, al frisbee y a la bicicleta, pero no al tenis.

Una de las cosas que tiene la educación moderna es la obtención de premios. Los niños reciben premios únicamente por participar y podemos razonar que si no hay una enorme recompensa en el triunfo o en el sacrificio necesario para ser primero, si el primero y el último del maratón son recompensados igualmente, se te quitan las ganas de correr. Haber matado la meritocracia a golpe de mediocridad da alas a una legión de estúpidos solicitantes de sus premios.

Al final lo que hace el algoritmo es emparejarte con seres más o menos iguales para mantenerte activo en tu mediocridad con la falsa creencia de mejora inexistente.

Las aplicaciones de citas funcionan de una forma similar. El programa ha catalogado tus fotos, conoce el tiempo que gastan otros usuarios en verte, valora si tienes conversaciones más o menos largas y busca, entre ellas, palabras clave que determinen si ha sucedido algo más. Con eso te mete en un saco y te va mostrando de forma interesada alimentando las estadísticas para afinar, cada vez más, la forma en que juega con ciertas ilusiones amatorias. El algoritmo no quiere que salgas de ahí pero sí desea que creas que eso es posible. Es como un traficante que te da y te quita dosis pero sabe que necesita convertirte en un yonki. Quizá por eso tiende a cruzarte con gente chalada, porque cuando fracases volverás.

El principal problema que tienen esos algoritmos es que su éxito reside en mantener al usuario siempre en el mismo lugar, a ser posible un lugar de extraña comodidad. Y es extraña porque nos sabemos desenvolver aunque estemos intentando salir. Los toros de lidia, en los campos de la Salamanca más cercana a Portugal, viven en cautividad pero ninguno salta el muro de medio metro que hay entre sus pastos y la libertad. Las recomendaciones musicales que te envía internet son clones de lo que sabe que te gusta para que veas el anuncio del siguiente video.


Obviamente todo se reduce a una cuestión de dinero y la búsqueda de rentabilidad. Si la música de la discoteca está muy fuerte forzarás la voz, se secará tu garganta y pedirás otra copa. El negocio está en la bebida o en que pases más tiempo dentro de la aplicación creyendo que la próxima pantalla será la definitiva.

La otra opción es pagar. Entonces la estadística, como contraprestación, te proporciona resultados mágicos. Haces más match con gente que parece más atractiva, las canciones son mejores o te incluyen tres copas con la entrada. Si le hubiera dado dinero a mi contrincante es probable que se hubiera dejado ganar en el tie break.

En los tiempos del matchmaking, realmente, el objetivo es mantenerte en tu lugar cercenando las posiblidades de mejora o de evolución. Establecerte en un sitio caminando en círculos ocultando, interesadamente, que existen otros. Si sé que te gusta la pasta te ofreceré ravioli, macarrones, espagetti, fideos y tortellini, pero jamás un plato de cocido. Por supuesto que te mostraré únicamente a gente que le guste la pasta hasta que llegues a la conclusión de que el mundo es justamente así. Y me contarás lo mucho que te gusta y todo lo que sabes de comida. O de música. O de las personas.

10 de marzo de 2024

Obviedad vs conspiraciones

 -¿Te acuerdas de mi?. Yo venía hace unos treinta años mucho por aqui. Ya sabes que de esto sé.

Lo que tengo delante es un muchacho al que el pelo, largo hasta los hombros, le empieza a clarear. Habla atropelladamente. Sujeta un telefono movil entre sus dedos, que son gruesos y torpes. Si tuviera que apostar lo haría al agarrotamiento mientras no puedo dejar de mirar los dientes que le faltan, alternos. Desconozco si carece de movilidad o solamente tapa de una forma torpe la camara frontal del terminal. Muchos tapan la cámara del portatil pero nadie lo hace con las del teléfono.

-Me vigilan a través del telefono- dice con un tono de paranoia.- Me ven, me escuchan, clonan mis datos.

-¿Has ido a la policía?- pregunto.

-Si, pero creen que estoy loco.

Casi asintiendo del dictamen policial le ofrezco mi mano para que me deje el teléfono -¿Se puede borrar?- pregunto. - Si, si. Yo ya lo hice pero me siguen vigilando-. -Bueno- le digo con todo tranquilizador- anda, déjame.

Así que retiro la tarjeta, accedo al menu interno de restauración y dejo el terminal sin línea, sin conexión a internet y sin datos. Una vez hecho eso se lo devuelvo. -Ahora esto- y me refiero al telefono- no es más que una piedra con pantalla. Es- y hago hincapié- absolutamente imposible que nada ni nadie pueda acceder. Así que ahora dime la forma en la que te vigilan- Y me quedo presto esperando la explicación con la esperanza que se de cuenta, por obviedad lógica, de la inconsistencia de su mensaje.

Entonces empieza a tocar partes de la pantalla. Va por los menús y cada vez que accede a un submenu nuevo me lo enseña como si tuviera que ser un hecho. Y no lo es. No es que exista la numeracion del IMEI o que aparezcan permisos concedidos a las aplicaciones internas. No es que tenga bluetooth o que haya un número de serie para identificar el aparato en fábrica. No es el bloatware ( las aplicaciones inutiles que van incorporadas) ni que la pantalla gire al girar el teléfono por mucho que eso le convierta en casi un ser vivo que reacciona al mundo real. No.

-Claro- conclusiona casi como si hubiera tenido una revelación- han venido aqui antes para sobornarte y convencerme. Diles algo de mi parte: no se saldrán con la suya.

Y se fue.

Definitvamente es imposible luchar contra las conspiraciones y las enfermedades mentales.

3 de marzo de 2024

El tonto del Salmón y la supervivencia.

Es de absoluta lógica que la manera más rápida de bajar un río es dejarse llevar por la corriente. Se admira a los salmones, por supuesto, pero el otro camino es mucho más cómodo. De la misma forma, en una supuesta guerra de trincheras, se admira al primero que sale, gritando y agitando la bandera, corriendo hacia el enemigo pero si lo que se quiere es sobrevivir resulta mucho mejor quedarse escondido. ¿Cobarde? Si, pero rentable en cuestiones de supervivencia.

La historia, que es esa cosa hay que alterar cuando no nos gusta, está repleta de ejemplos insultantemente obvios en los que dejarse llevar sin hacer demasiado ruido ha resultado mucho más rentable que mantener criterios propios. BMW, Nestlé, Siemens, Kodak , Ikea, Allianz, Porsche, Hugo Boss con sus uniformes e incluso Bayer con sus cápsulas de gas mortíferas eran más nazis que Hess mientras el nazismo iba ganando. Después, al estilo Coca-Cola, se volvieron más occidentales que nadie contando, incluso, que el respondable de Coca-Cola en Alemania había guardado en una cajita los beneficios originados por su filial Fanta ( la respuesta nazi a la bebida americana) para ayudar al pueblo aniquilado por el malísimo Fuhrer. Obvliamente si el resultado de la guerra hubiera sido otro ahora estarían ayudando a matar a unos cuantos judíos, si es que les quedaba alguno. Lo curioso de todo esto es que podríamos llegar a pensar que aquellos apoyos tan obvios terminarían pasando factura a compañías miserables pero, sin embargo, setenta años después el único riesgo real es la corriente china. La ideología nunca ha importado si el coche, el desayuno, el mueble, el traje o la aspirina es accesible. Tampoco importaban que las baterías de Samsung explotaran o que los niños del Congo recojan coltán para tu carísimo apple. Si vivimos en una sociedad poseída por la palabra oferta, poco se puede hacer con las implicaciones morales del descuento, porque eso ya implica pensar.

De la misma forma existen cientos de personas y personajes que, de una forma u otra, siempre siguen la corriente. En España hemos tenido a grandísimos franquistas que se despertaron ultrademócratas en el 76. En Euskadi, no es nada que se oculte, gente que dormía con pólvora entre sus dedos se indigna porque talen un árbol o a llamen gordos a los niños obesos del valle de Arratia, clamando por los derechos del ser humano y lo indigno de matar a alguien que no piensa como tu (en Iran). En Cataluña le hacen la ola a uno que vive en una mansión pagada por dinero público porque se escapó de la trinchera cuando sintió un tres por ciento de riesgo. Afortunadamente no siempre ha sido así porque no nos podemos oplvidar de cuando Lola Flores quiso hacer un rap y le salió lo que le salió ( Alvariño ponme la mano aqui , que la diño), claro que siguió siendo tan grande que casi nadie habla de ese desliz. Boyer pasó del Psoe al PP y a una mansión con demasiados baños. Los Zigarros han hecho una pereza de disco y El Pais ha echado a Savater y Azúa porque pensar es menos importante que la linea editorial.

Curiosamente cuando haya un cambio de ciclo, porque todo son ciclos y éste se agota, habrá que estar atento al cambio publicitario de empresas y personajes. Los nazis que se apresuraban a abrazar judíos serán los tertulianos, directivos y políticos que se alteren defendiendo lo contrario de los que defendían antes porque, como en la economía, la rentabilidad está por encima de la opinión. Y es que, obviamente no matarán a los gays, violarán a las mujeres o desecarán Doñana. Quizá, como mucho, suspenderán al niño que se empeñe en escribir "todEs" en una redacción y empezarán a inventarse maldades malísimas y maléficas del enemigo hasta que el ciclo se acabe otra vez. Más o menos como Argentina si es que a los argentinos les sale algo bien.

Es como la publicidad de BMW en el mes del orgullo: se cambia el logo pero solamente en países en los que ser LGTBQ+fiendly es rentable. Yo tuve un compañero de clase mediocre pero que sabía acercarse a quien era el líder del curso ese año. Con 14 años pegaba a otros chicos en el recreo porque Urrutia (apellido ficticio) era un matón. Con 16 estuvo en el equipo de baloncesto porque nuestro pívot era un tipo con tirón. Se matriculó, incluso, en la misma carrera que seguían los adoradores de Mario Conde en aquellos años y luego descubrió lo bueno que era militar en el partido del poder hasta que obtuvo un relevante cargo público del que aún vive. Por lo que sé Urrutia es un honrado chiquitero, soldador y padre de familia. Nuestro pivot es, lo sé, un convencido colaborador en proyectos de ayuda social mal pagados. Conozco quien fue punky a finales de los 70, nuevo romántico hasta que llegó el grunge, muy pop allá por el cambio de milenio y lo único que puedo decir es que jamás le gustó la música pero nunca fue solo a un concierto. !Cuanta gente saltó de facebook a instagram y luego a tik tok porque lo único que le importaba era no quedarse abandonado en un lugar!

Voy aprendiendo que tener criterio está muy bien pero no tenerlo te hace la vida más cómoda.

Y lo que me jode considerablemente es saber positivamente que todos aquellos que han aprendido a dejarse llevar por la corriente van a recorrer el rio de una forma más rápida, rentable, ágil y feliz que aquellos que se estuvieron preguntando si seguir la corriente era la mejor forma de vivir.

Qué mejor que explicarlo con una canción de Seguridad Social, que primero eran una banda punk, tocaron el rock y terminaron haciendo música cubana. Como Santiago Auserón pero con mejor voz. La canción es "Soy un Salmón"


29 de febrero de 2024

Emoción ficticia y pragmatismo real.

Una de las cosas que hacen los periodistas de nómina es redactar y almacenar noticias para cuando no se sabe con qué rellenar los medios. Es algo tremendamente obvio en verano pero aunque no lo parezca sucede durante todo el año. No me refiero a esas crónicas que se hacen de los famosos para sacarlas el día que se mueran, momificados a base de halagos, sino también a lo malo que es la modernidad para los jóvenes, lo dramática que es la soledad, algún que otro invento de tres científicos de Soria, el futuro desértico del planeta o las consecuencias de la continua revolución industrial.

Prestar atención a las noticias termina siendo, casi como el análisis del comportamiento humano, un perenne dejavu en el que terminas encogiendo la mirada intentando recordar cuando leíste esa misma crónica o quien actuaba exactamente igual que aquella persona.

Sucede exactamente lo mismo con la música, y no porque se haya agotado el infinito número de combinaciones de acordes, sino porque cuando alguien me envía algo que cataloga como "un sonido nuevo" me trae a la memoria algo que ya escuché.

Incluso, si nos vamos al mundo de la tecnología, la modernidad no es más que la simulación virtual de un mundo que ya he visto. Mi compañero de pupitre , si le pedías que te dibujara un mono fumando un porro en Afganistan, te lo hacía entre los apuntes de las matrices complejas de algebra de segundo. Era inteligente y no era artificial, se llamaba Iñigo.

A veces, llegada una edad, la vida se empeña en acercarse con regalos con lazo envueltos en cajas de colores que al abrirse pierden la ilusión de la sorpresa porque ni es nuevo ni es emocionante.

Una gallega de media cocción es pan. Una comisión por uso es un peaje. Gosthing es que pasa de ti. Phising es fraude, como era el tocomocho. Carolina Durante suena a los Nikis con restos de Siniestro Total. Las noticias de guerra mundial las pude leer en los años setenta. Los faraones también eran gobernantes ególatras y hubo un año, en el neolítico, en el que se comentaba en las cuevas el jodido frío que hacía mientras uno aprendió que podía cambiar trozos de mamut a cambio de permitir a los otros acercarse al fuego. Un ordenador no es más que una calculadora a lo bestia que nos vende como mágico el resultado de cientos de miles de operaciones en forma de pequeños impulsos eléctricos.

La mejor forma de solucionar un problema complejo es reducirlo a problemitas pequeños y resolubles. Que, al dar al interruptor, se encienda una luz es un milagro. Sin embargo poner un muro en un río, abrir una puertecita, que el agua mueva una turbina y esa energia, convertida en electricidad, llegue a la puerta de tu casa con un cable muy largo que caliente un filamento para que de luz, son cosas menos emocionantes. Quizá por eso algunos ancianos, sentados en los bancos, ven pasar a los transeúntes sin prestarles atención. Quizá llevo demasiado tiempo sin el entusiasmo que dan las sorpresas o, lo que es casi algo que suena a rendición, con la certificación empírica de que, al abrir la caja, no habrá ninguna novedad en el interior. Ninguna noticia espectacular, ninguna película con un argumento que no adivine, ninguna canción que no me lleve a una escucha anterior.

Una vez leí un libro que mantenía la teoría siguiente: cuando uno no espera nada, cuando estás convencido de la monotonía y has asumido la peor de las consecuencias, cualquier cosa será nueva, positiva e ilusionante. Así que me acostumbré a ponerme siempre en lo peor y, muy a mi pesar, lo peor se hacía cierto. Después me hablaron de la profecía autocumplida y me hice responsable de esas mierdas, retorciéndome en un universo que bien podría ser el High&Dry de Radiohead. Más tarde, que es donde me encuentro, releo los periódicos con tremendo pragmatismo y me intento situar en la paz que me abotarga cuando la luz me ilumina en el sofá hasta que me quedo dormido. 

Cuando alguien se me acerca cargado de la emoción que da el descubrimiento de algo nuevo le recuerdo que la tierra es redonda y ya la hemos descubierto completamente. Igual que me veo incapaz de llorar, ultimamente, ya no me veo con la capacidad de sorprenderme.

Más aún en un mundo que juega, como las noticias que tienen en los cajones, a que todo sea una sorpresa. Aunque la sorpresa sea que llueve en un dia bisiesto de febrero.

Envidio y desprecio a los que se ilusionan con cosas que no son ilusionantes. Más o menos como la gente feliz con vidas de mierda. Me pasa lo mismo con ellos.

23 de febrero de 2024

Realidades inteligentes no tan virtuales.

Hace ya unos años, y experimentando con lo que ahora es la inteligencia artificial, Microsoft desarrolló a Tay, que era una máquina que se comunicaba con los usuarios y aprendía de ellos para procurar generar un comportamiento autónomo. 16 horas después de su puesta en funcionamiento público lo tuvieron que retirar porque se había convertido en un generador de chistes racistas y se jactaba prácticamente de toda la mierda que engullía en Internet. 

Un tiempo después IBM quiso desarrollar un sistema de reconocimiento facial con el fin de detectar delitos pero lo tuvo que detener porque le salía que, al menos con los datos de los que se nutría, existen muchos delincuentes negros y eso es políticamente incorrecto.

La semana pasada Google presentó un IA generativa que, para que no le sucediese lo que a Microsoft o a IBM, incorporaba un sesgo inclusivo en su interior y los resultados tienen mucha gracia porque si pides que te dibuje soldados alemanes en las trincheras de la primera guerra mundial, es bastante probable que te salga una negra gorda lesbiana con tatuajes , vegana, y con un casco alemán. 


Mi impresión personal es que tanto Microsoft como IBM hicieron bien su trabajo aunque luego se asustaran de lo miserable e infame que es el mundo en el que vivimos. Lo de Google, casi al estilo de la Ana Bolena negra de HBO, es sencillamente ridículo. Intentar calmar la furia de lo políticamente correcto del siglo XXI es un acto de ridiculez que a veces resulta cómico. Y no pasa absolutamente nada por hacer una película futurista en donde vayamos por la calle con el rabo fuera o seamos todos insectívoros pero si haces un biopic realista de Gandhi, no le puedes hacer Arapahoe, de casi dos metros, ciclado como un loco del gym, que pida las plumas por Amazon y que solamente coma muslos de pollo de gallinas felices mientras baila canciones de Abba con un grupo de Cherokees eurofans transexuales antisemitas.

Así que cuando la inteligencia artificial observa el mundo real se asusta o se lo inventa.

Cuando, en 1988, fantaseaba con Linda Evangelista, Susana Hoffs, Dolores O Ryordan o Sharlene Spiteri, nunca me las imaginé tirándose pedos en la cama. Por supuesto que se los tiraban pero a mi no me gustaba aceptarlo. Viene a ser lo mismo que poner cara de asco cuando te aseguran que tus padres tuvieron sexo y que, además, fue salvaje y satisfactorio.

Existe una necesidad, que no entiendo de donde sale, de edulcorar la historia y la realidad para hacerla más amable con lo que nos gustaría que fuera. En la edad media lanzaban los excrementos por la ventana y también lo hacía Sisi Emperatriz. Las pelucas aquellas blancas tapaban calvas y piojos. En mi colegio solo habia un alumno asiático y actualmente, al menos en mi barrio, somos de mayoría caucásica. Si le pido a Google que me genere una persona real de mi barrio deberá ser, al menos hoy, caucásica, con humor clasista y si ve de lejos a un moro cree que le va a robar. Luego, como siempre, se jactará de lo inclusivo que es, si sale a colación en la conversación con sus amistades, y dirá que no tiene ningún problema con los homosexuales. Pero, si tuviera que elegir, no le gustaría que su hijo fuera una locaza sino que prefiere que se haga registrador de la propiedad.

Quizá antes de enfrentarnos a la realidad que nos dibuje la inteligencia artificial al observarnos tenemos que aceptar primero lo que somos. Y lo que fuimos. Ya veremos en qué nos convertimos.

14 de febrero de 2024

No quiero

No quiero tener que luchar cada dia como si tuviera que dar pedales en la maquina de supervivencia asistida que me sostiene. No quiero obligarme a buscar otro camino, ni volver a contar todos los vericuetos por que me perdí hasta llegar al momento de contar cómo soy. No quiero echar otro folio a la papelera para enfrentarme a otro en blanco, ni que me duela el silencio cuando no soy capaz de dormir por las noches. Estar valorando, continuamente, si debo de hacer o decir esto o aquello por lo que pudiera defraudar a mi palabra. No quiero que todo sea tan complicado cuando parece que solamente elegimos en el escaparate de la vida pero cuando parece que hacemos click, ya no queda existencia de ese producto y hay que volver a empezar. No quiero hablar por las mañanas, pero quiero hacerte café. 

(escrito en verano)

10 de febrero de 2024

Ignorantes de la realidad: idealistas y fracasados.

 El otro día escuché algo que me obligó a escribirlo:

"Estar o no de acuerdo con algo es absolutamente irrelevante porque a la realidad le importa un bledo que tú estés o no de acuerdo con ella. La realidad va a funcionar al margen de tus acuerdos o desacuerdos de tal manera que lo que tiene que hacer el ser humano es ser consciente de cómo funciona la realidad. El ser humano tiene que conocer el orden operatorio de la realidad y dejar sus acuerdos o desacuerdos para terapias de grupo o para sobremesas familiares pero a la realidad le importa un auténtico bledo que tú estés o no de acuerdo con ella porque la realidad ni siquiera sabe quien eres tu ni lo va a saber nunca. Es decir, lo que diferencia a las personas inteligentes y con conocimiento de las que carecen de ello, en los grados requeridos para cada contexto, es simplemente que las unas conocen como funciona la realidad y las otras simplemente lo ignoran. Y quien ignora el orden operatorio de la realidad tiene dos alternativas: la primera es el idealismo y la segunda es el fracaso."

Es más que seguro que ese derrumbe por capítulos que estamos viviendo en las supuestamente culturas modernas tiene mucho que ver con la interpretación de la realidad y un empecinamiento en que sea como queremos que sea en vez de cómo es. Ese "en su cabeza era espectacular" es el meme en el que estamos viviendo y el problema es que hay una lucha a muerte entre una cosa y la otra. Ejemplos nos sobran y casi me da lo mismo cual tengamos que elegir.

El último de esos ejemplos tiene que ver con la fruta, que ya sabemos lo mucho que me gusta. Alguien, convencido firmemente en la sostenibilidad del planeta (pero sin haber plantado un pimiento en la vida) se hizo un estudio en el que consideraba que si un agricultor feliz hablaba a las plantas éstas iban a crecer más contentas, tener más nutrientes y alimentar a niños más listos y más sanos. Así que se sentó con sus estadísticas en un parlamento y convenció a sus colegas de obligar a que se hiciera terapia de grupo con las plantas, se les proporcionara agua de lluvia con nutrientes de los Alpes y que se enviase un excel al sistema agrícola europeo para que las estadísticas le dieran la razón. Ojo, que no era mala idea en su cabeza pero los boniatos se pusieron carísimos. No porque el agricultor lo quisiera sino porque el ordenador, el agua de los alpes y los 5 años de psicología agrícola cuestan un dinero.

Tampoco hay que recordar que para que las cuidades sean verdes y ecosostenibles es mucho mejor que no haya coches echando humo cabrón por ellas, asi que alguien se dió cuenta que los coches eléctricos no hacen "brum". Si no lo hacen habrá menos ruido y Maria del Carmen dormirá mejor, será más feliz y saludará a sus vecinos. Que para tener baterías haya que explotar los montes de El Congo o que tarden en descomponerse tanto como los residuos de Chernobil es otro tema. Tampoco pasa nada porque el automovil tenga, por obligación, que llevar asistentes de conducción, calefacción, un sistema de conectividad con el teléfono, cuarentaytres airbags y localización via satélite. Que un Opel Corsa se acerque a los veinte mil euros es tu problema o culpa de las malévolas empresas que quieren hacerse ricas a tu costa.

Hace no mucho un colega me comentaba que había contratado a una chica en su empresa y que el sistema el obliga a realizar un curso para que no se le ocurra violarla en las pausas para comer. Es perfectamente lógico que haya que poner los medios para que eso no suceda pero por el mismo motivo tendríamos que obligar a las empresas a realizar cursos que conciencien a los trabajadores de no cagarse en el ascensor. Todo el mundo sabe, como es lógico, que un empleado feliz es un empleado más productivo pero si se pasa el día haciendo cursos de cosas lógicas o de soplapolleces, no está trabajando. Y si no trabaja no produce y si no produce no hay. Y si no hay, te vas al carajo.

Podría seguir con las energías límpias o las camisas baratas. Podría regodearme, horas, en mil trámites burocráticos que si bien tienen sentido desde un despacho, aletargan la ejecución de los procesos. Los estados, los procedimientos y las obligaciones han de tener un encaje orientado a la facilidad de la ejecución pero cuando se olvida el poder operatorio de la realidad y se intenta imponer algo que se aleja enormemente de la verdad, es el idealismo el que lleva todo al fracaso.

Me dijo "yo te quiero y deseo que tengamos una vida plena y feliz. Para eso nuestro nivel de ingresos ha de estar en tal nivel y disponer de un piso con terraza, dos coches y seis semana de vacaciones". Cuando le dije que eso era imposible me gritó que yo no la quería, y se fue. Sé que su verdad es que vive en un primer piso sin terraza, pero aquello lo tengo marcado como un fracaso. No fue más que una lucha a muerte entre la realidad y el idealismo en la que perdieron los dos, como en todas las luchas.

Una parte de mi quiere pensar que estamos saliendo, a golpe de obviedades, de una oscura época en la que, como seres humanos que se creen capaces de todo, quisimos imponer a la realidad lo que nosotros creíamos que era lo correcto y hemos descubierto que no es así.

El declive a fuego de esas culturas que admirábamos del norte de Europa es una señal de atención dramática y evidente.

Si somos ignorantes de la realidad nuestro final es vivir en el idealismo y fracasar. No sin antes rellenar algún que otro formulario ideado por alguien que desconoce la verdad y cree que su primer piso sin luz es un loft.

7 de febrero de 2024

Emocionarse es valioso

 Leo, en un artículo hecho como relleno y en referencia al hallazgo de un pen drive olvidado en un cajón: "Revisar todos esos archivos fue viajar al pasado, pero sobre todo, fue un choque emocional, entre la nostalgia, el cariño y hasta la pena. En última instancia, solemos pagar dinero buscando emocionarnos, y por eso vamos al cine, a un concierto o a leer una novela. Emocionarse es valioso."

Eso me lleva a ayer mismo. Para quien no lo sepa, en una de mis variantes, yo soy el tipo ese que te recupera los archivos que abultan o que dan error de tu disco duro. Así que 6000 fotos después puedo asegurar que esa mujer salía de fiesta con sus amigas, conoció a un caballero, hicieron unos viajes juntos. Primero fueron a playas y a ciudades lejanas embadurnadas de historia. Más tarde comenzaron a vivir juntos y a echarse la siesta tumbados en el sofá. Se compraron un perro y lo pasearon. También un acuario con peces de colores. Entonces se quedaron embarazados y vivieron ilusionados esos meses. Nació una niña que dormía y comía. La niña empezó a caminar y, supongo, a tener criterio. Es a la que le dí, con una sonrisa, un pen drive donde estaban marcados 10 años de la vida de sus padres. Lo guardarán en un cajón y se emocionarán cuando lo revisen dentro de unos años. Emocionarse es valioso.

Al contrario de esa teoría y ya desde hace bastantes años, yo soy de esas personas que borran activamente las fotos y los chats. Prefiero, no por una cuestión de eliminación de pruebas sino de limpieza mental, dejar que la mente configure los recuerdos de una forma creativa. Una de las maravillosas funciones que tiene la mente es adecuar lo vivido de una manera que nos ayude. Nos ayuda seleccionando los puntos de inflexión y matizando la literalidad de demasiadas cosas. Es capaz de recordarte que fuiste feliz y generar la dopamina adecuada sin ponerte delante de la cara los cien millones de reproches que os escribisteis en la comunicación unidireccional que tiene la modernidad. Solo y exclusivamente me quedo, en un archivo, recuerdos muy puntuales (y algún delito del que está explícitamente informada mi abogada). Que, de mi infancia, disponga de una docena de fotos no significa que haya sido un niño infeliz. Es más, probablemente son mucho más bonitos esos años en mi recuerdo que lo que fueron en realidad. Hay medios y herramientas, eso es a donde quiero llegar, que maltratan la magia de la emoción de los recuerdos. Las veces en las que realmente eras feliz no te quedaste en pausa para hacer una foto. Lo fuiste antes, y por eso quisiste guardarlo en un archivo creyendo que te iba a devolver a ese instante alguna vez.


Pero no solo de felicidad vive el recuerdo. Aquel doloroso instante o esos días en los que viví el derrumbe interior, caótico y doloroso como una punzada en la boca del estómago, están ahí. Ese descubrimiento infame que ratificaba que jamás sería quien soñé ser. Algunas noches de hospital. Las tardes luchando contra la deformación de la realidad que dibujaba mi cabeza no es algo que me atreva a obviar en este mundo de felicidad impuesta. Las personas que son felices todo el rato están podridas o no son personas. Guardo, con celo, esos instantes para volver a ellos de vez en cuando y aprender. Es mucho más valioso convivir con ello que con un atardecer en siete islas griegas.

Emocionarse es valioso. Aunque, en este momento en el que gustamos de guardar solamente la parte de la emoción que nos han contado que es la buena, hay que aprender a emocionarse con la realidad no sea que un día nos despertemos y descubramos que lo que habíamos vivido era solamente la ficción que nos quisimos creer y de la que, como un medio de comunicación parcial, solo nos quedamos con la hemeroteca que nos alimentaba el sesgo de confirmación mentiroso en el que ansiábamos vivir.

No es necesario guardarlo todo pero sí aprender a recordarlo.

Pd: el cuadro es "la persistencia de la memoria"

30 de diciembre de 2023

2023, el año de la happy hour.

Hay una línea muy débil entre ser bueno y ser un gilipollas. También la hay entre ser firme y ser un dictador, o ser inteligente y un aprovechado. Desafortunadamente también la hay entre ser incapaz y ser un caradura.

Cuando estábamos acabando nuestras carreras me comentaba un futuro (y ahora brillante) abogado cómo se había dado cuenta que podría dedicarse toda la vida a ir poniendo demandas aquí y allá para sacar rédito económico a la tergiversación de las leyes. No era necesario tener razón sino buscar la interpretación provechosa de la cuarta línea del noveno artículo de la ley en cuestión para retorcerla a su favor y sacarse unos dineros. No tiene que ser justo, ni lícito. En absoluto ha de ser moral pero sí sustentado en un texto escrito elevado a categoría de ley. Lo importante, como en algunas crónicas deportivas, es ganar.

Es perfectamente lógico considerar la necesidad de unas reglas que determinen de alguna forma la manera en la que nos relacionamos. Algo tan sencillo como que se va por tal lado de la carretera o que si el semáforo está en rojo no se puede pasar. Que no puedes llevarte la tele de tu vecino sin su permiso o violar a la oveja negra del rebaño del pastor. Sigo pensando, no sin más dificultad que antes, en la bondad primaria de las leyes. El día que alguien consideró que había que legislar lo hacía por una supuesta buena causa pero eso no quita que cuando nos vamos a la literalidad de las cosas se pervierta la causa.

Cuando el dueño del bar se dió cuenta que no venía nadie a las seis decidió poner una hora feliz pero los adolescentes se emborrachaban hasta las siete, y luego iban a buscar otra happy hour.

Con ese espíritu de maduración tardía algunos han llegado a la edad que se presupone adulta y, en un signo de falta de rigor, van buscando la oferta y la interpretación de las normas con el exclusivo criterio de su beneficio personal. Da exactamente lo mismo que el del bar tenga que cerrar, porque aparecerá otro. Da igual que sea necesario porque se pondrá en marcha un artificio mental en el que el/la/le/li/lo/lu será merecedor de esa ventaja porque si, porque es gordo, cojo, mujer, negro, chino, proletario, trabajador, contribuyente, porque no tiene netflix o porque tiene los huevos morenos.

Y cada año que pasa hay un nuevo derecho y una obligación maquillada. Vamos acumulando interpretaciones y saltando líneas hasta que , sinceramente, sea insostenible.

El año 2023 ha sido otro año de Happy Hour y conozco a más de uno que, en vez de desarrollar su sentido común, agota sus recursos en retorcer la forma en la que sacar ventaja mientras se justifica ante un enemigo malísimo. Conocí, hace muchos años, a un grupo de muchachos que vendían enciclopedias a las viejas en sus casas y me decían que podría decirse que engañaban a las señoras pero si no lo hacían ellos, lo harían otros después.

Ahora el gobierno, el vecino y el que aparca a tu lado en el garaje te están intentando vender enciclopedias. Al menos no te las venden otros, que son mucho más malos.

20 de diciembre de 2023

Los dolores perennes.

Existen grandísimas mentiras que nos gusta creer. Tampoco, como los decimales de pi, pueden escribirse todas. De la misma forma que existen juegos en los que la única forma de ganar es no jugar, hay obviedades que simplemente hay que admitirlas. Algunos lo descubren con el cuarto decimal y otros llegan al número un millón, pero el resultado es el mismo.

Durante muchos años quise creer que aceptar la verdad era una forma de rendición. Que, en el campo de batalla de la vida y entre las trincheras que son los momentos de calma que van llegando poco a poco disfrazados de armisticios, asumir que siempre habrá fronteras y enemigos con los que llegar a acuerdos era perder.

No lo es.

Si algo tienen los años es ir aceptando la certificación de lo crónico. Es su segunda acepción y dicho de una dolencia es: habitual. Uno se levanta con ello, se acuesta con ello y baja en el ascensor con ello. Por mucho que se vaya al fisioterapeuta, se haga un ejercicio de mantenimiento, se lea un libro de autoayuda o acuda a las drogas, está ahí. Nunca estuvo en nuestros propósitos e incluso podemos jurar y demostrar que no dimos pasos en aquella dirección pero está. Como las arrugas, como la calvicie, como un día de lluvia esperando delante de un semáforo en rojo.

Es cierto, absolutamente, que los amigos, la certeza de que alguien nos quiere, respirar los martes, los atardeceres frente al Cantábrico o simplemente dormir ocho horas es algo que está ahí y que muchas veces lo damos como algo que no tiene importancia aunque es un milagro que tenemos frente a nosotros cada día. De la misma forma hay dolores disfrazados de ausencias que están, perennes. Es un dolor que se vive como una punzada y una sensación de desamparo parecida a estar perdido en un camino desconocido esperando, en vano, esa mirada a la que recurrir cuando no se sabe el desvío que tomar.

Sin embargo, con el tiempo y los años, se vive con ello. Así que sé que todos los días duele y algunos, sin buscarlo, son un poco más intensos. Hoy es 20 de diciembre.